La lija ya no peina sus cabellos
y descansa sobre una sencilla silla de madera.
Los laureles y las joyas no adornarán su cuerpo
porque ya se ha olvidado de ellos
y su vista no se alzará sobre otros.
Ahí, junto a la silla,
el gran júbilo y el sol de invierno calientan
las tejas que descansan apaciguadas
mientras el cierzo replica:
¿Y a mí qué me importa
el binomio Codicia- Ambición?