al que se arrima entre las tinieblas basálticas y los arcos
de medio arco de las viviendas abandonadas.
La hoja hiere en medio de la ciudad adentro de un Gran Torino.
Escupe entre las punteadas escarpias que sujetan los órganos
y símbolos de una gran nación.
¡Que mueran las antiguas prácticas y los ángeles invadan las
penumbras,
penumbras que salgan en puente de plata,
y los denarios y el acero y los cánticos de las siglas en
serie!
El roce fugaz o intenso, el que juega a ser tú o yo,
o la voluminosa esfera desenvuelta en papel de plata
de ser la primera o la última pero siempre la de hoy.
¿A qué juegas o el juego es la propia ignorancia de la pérdida?
¿A qué juegas o el juego es la propia ignorancia de tu yo?
Sólo lo saben los ángeles pero la ignorancia muestra al ángel
caído
y tú no eres el ángel caído.
Hombres, no sois ángeles caídos ni máquinas.
¿Por qué entonces os escondéis
bajo esa hojalata de mierda que es toda vuestra y nuestra
derrota?
Entre el trigo, mala
hierba…