lunes, 26 de abril de 2010

Bajo un cartel de la revolución de los claveles

De chico, parado o desplazándome, me gustaba ver
y ver unos carteles en los pasillos del colegio.
Me gustaba meterme en esos carteles
unos instantes y en unas ideas,
en donde un clavel y un niño podían acallar los fusiles
de los mayores convirtiéndolos en tallos
vivos sólo para adornar lo que antes era frágil, ahora piedra eterna.

Dicen que las ideas más valen un fusil
pero no valen ni una dictadura de izquierdas ni de derechas,
pues eso hacen los fusiles, simples dictaduras que acallan las libertades.

jueves, 8 de abril de 2010

¡Oxígeno!

En el acero de la noche
la rueda se estanca, se adormila
y los cajeros dejan ser hogares tras jornadas de negocio.

Las joyas escoden a sus dueños sus propios estercoleros
que intentan no verse en sus conciencias
manchando el nombre de sus hijos, deslucidos con bienes y otras riquezas.

La res pública se encierra, no sale a la calle
no mira a sus ciudadanos a los ojos
sino miente y desvaría dejando taparse por una lisa bandera.

Y al caer la noche los cajeros dejan ser hogares,
las parejas estables y las penurias adormiladas
cuando a mucho pueblo falta pan a ritmo de famoseo y fútbol.