lunes, 25 de agosto de 2008

Un baúl lleno de años.

Como en un crepúsculo que se acerca,
como en una dimensión expurgada,
como en un tejuelo extraviado,
se asoma un baúl,
se asoma la voz extraviada
y volvemos al retorno neperiano
y a una circunstancia extravagante de Wilde.
Nadie se percató de Pedro Páramo,
ni de las visitadoras de Pantaleón...
ni se rebuscó en un badil las piedras angulares de una pizarra.
Sólo brilló una luz que algo absorvió y pasó un año más.